LOS SUEÑOS EN LOS NIÑOS.
UNA PIEZA ÉTICA
_Gisela Smania

Obra: "Luceritos de la noche"
Artista visual: Valeria Feder

"¿Qué son los sueños si no son sueños contados?"
Jacques Lacan, Conferencia en Ginebra sobre el síntoma, 1975.

La temática que en esta oportunidad nos ha puesto al trabajo en la NRC, "Sueños y fantasmas en los niños", se sirve del plural, asumiendo de entrada la operación des-universalizante que ejerce Lacan para designar el color de los goces y los trucos con los que abordarlos.

Quienes se aventuran en el psicoanálisis con niños -sirviéndose de la vía regia que ofrecen los sueños- tienen la chance de captar tempranamente la contingencia sobre la que se monta esa singular manera de gozar. El psicoanalista con el niño permanece cerca de la satisfacción que transportan las palabras, las invenciones lenguajeras y el punto exquisito fijado en ciertas significaciones; también, permanece cerca del papel decisivo que cumplen los sueños en la relación al cuerpo, a la angustia y al empeñoso camino de los síntomas, frente a la extrañeza que puede suscitar "ese primer gozar"[1].

Desde la intuición freudiana hasta nuestros días, los sueños en los niños conservan su valor de "misterio del cuerpo hablante"[2]. En una época signada por la reducción de la realidad humana al cerebro, el decir del niño analizante respecto a la experiencia del soñar se vuelve una pieza tan indócil como ética, frente al riesgo de quedar reducidos a la máquina conductual.

A través del relato de un sueño, un niño puede hacernos escuchar su incipiente elucubración sobre el mundo que lo rodea, sobre el modo en que se engendra para él la rúbrica del deseo en su relación al Otro, "la captura dentro de la articulación de la palabra, captura que si al principio era inocente, deviene inconsciente"[3].

Lacan nos enseña sobre la molestia que debe tomarse un niño -si así lo decide- a la hora de hacerse partícipe de un mundo ya organizado. El niño entra en juego como "el extranjero que escapa al orden en el cual nos reconocemos (...) para introducirse de un plumazo en el sistema completo de la lengua y no en el deletreo de la realidad"[4].

En esta perspectiva, no se tratará entonces del aprendizaje progresivo de la realidad, sino más bien de la posibilidad de prenderse, de construir, "nacer a la realidad y al deseo, a su representación y su punto de fuga hacia lo imposible de representar".[5]

En su respuesta a Marcel Ritter, Lacan sitúa como hipótesis que el carácter de representación del sueño implica en alguna parte "la marca de un punto donde no hay nada que hacer -y dirá- es precisamente el punto de donde sale el hilo"[6]. Subraya con esto la condición de estigma, cicatriz del cuerpo, de nudo del ombligo del sueño. Sobre esta cicatriz y su imposible, se funda para el niño el hablar. Un detalle tan imposible como impoético, sobre cuyo fondo se produce lo poético, es decir, el lazo a la palabra y su resonancia.

Decir con Lacan que de este punto imposible sale el hilo, coloca bajo signos de pregunta la supuesta direccionalidad e intención del sueño como vía de acceso al ya ahí del inconsciente. Nos permite, en cambio, pensar que su ex-sistencia queda ligada al hecho de hablar y al hecho de tener un cuerpo[7].

La figura del hilo otorga a la clásica perspectiva de la vía regia -como el reino del Otro- todo su acento topológico. La figura del hilo destaca fundamentalmente "la operación de bordado que constituyen las formaciones del inconsciente alrededor del cogollo de lo real"[8]. El sueño asume así un valor de uso privilegiado en la práctica con niños.

Una pequeña niña llega al consultorio cursando una incipiente fobia. Me dirá "tengo miedo a tragar la comida". Trae una pesadilla que la visita cada noche: "me corren las lulitas para comerme y no puedo escapar". Mientras intenta dibujarlas, susto mediante, me explica con este detalle de su lengua que esa palabra la escucha todas las veces de boca de su médico que les habla a ella y sus papás sobre lo que tiene, haciéndoles saber que encontraron en su cuerpo unas "celulitas" que deben tratar con medicación y cuidados especiales en la alimentación. Ella cuenta a sus papás la pesadilla. Ellos confiesan la simpatía que les despierta con sus gestos. Sosteniendo el artificio de la ficción, se angustia. Con seriedad le digo que efectivamente es una cosa difícil eso que le pasa.

El trabajo analítico pone decididamente en el horizonte la posibilidad de anudar por algún punto la experiencia enigmática del cuerpo, con lo que prestan el imaginario y la llave más propia de su palabra, que no existe en el mundo ordenado del lenguaje y que designa su construcción más singular.

Es sobre este montaje minimalista que se encarama la satisfacción pulsional. En una ocasión acota al pasar: "sabías que estoy mejor con la comida…". Sorprendida le digo, haciendo jugar en el semblante su propio susto: "Oh! ¿Comida? ¡¿Quién?!". Sin saber ella exactamente por qué, asoma el regocijo de la risa, signo del witz en transferencia.

NOTAS

  1. Lacan, J., Conferencia en Ginebra sobre el síntoma, inédito en español.
  2. Lacan, J., El Seminario 20, Aún, p. 158, B. As., Paidós, 1991.
  3. Lacan, J., El Seminario 6, El deseo y su interpretación, p. 25, Bs. As.: Paidós, 2014.
  4. Lacan, J., En los confines del Seminario,, p.31, Bs. As.: Paidós, 2022.
  5. Roy, D., Sueños y fantasmas en los niños, Argumento hacia las Jornadas de estudio del Instituto del niño del Campo Freudiano.
  6. Lacan, J., Respuesta a Marcel Ritter, 1975, inédito en español.
  7. N. de A.: el lector podrá encontrar el espíritu de estas líneas en el texto "La operación topológica: de la vía regia al hilo usable", Scilicet, El sueño. Su interpretación y su uso en la cura lacaniana, Gisela Smania, Bs. AS.: Grama, 2020.
  8. Miller, J.- A., Piezas sueltas, p. 39, Bs. As.: Paidós, 2013